Lucia avanzaba
lentamente por la calle, hacia frio por lo que iba abrigada con el chaquetón y
un gorro de lana, en la mano sujetaba un café caliente recién comprado, iba al
instituto, para ella ese instituto era un paraíso, ella siempre había sido como
el bicho raro, pero en ese instituto todos eran igual que ella, todos estaban
locos y hacían tonterías, sentía que esas cuatro paredes eran como su casa.
Estaba escuchando en su iPod la canción “no air” de Jordin Sparks junto Chris
Brown, esa canción le encantaba, ella era una muchacha llena de miedos e
inseguridades en el tema del amor. Muchas veces Robert era un misterio para
ella, o le amaba con locura o le odiaba, no entendía nada. Mientras sonaba el
estribillo pequeñas lágrimas brotaron de manera involuntaria, buscando
libertad. Estaba recordando la discusión de anoche, ahora mismo estaban
peleados y todo por una tontería…
-¿Mañana quieres que
te recoja a la salida y vamos a comer juntos?- Le pregunto Robert mientras le
abrazaba y le miraba fijamente a los ojos.
-No puedo cariño, he
quedado con Diana para comer, me va a enseñar un texto que va a presentar a un
concurso de promesas literarias
-¿Ahora que pasa que
te preocupa más Diana que yo?
-Pero Robert ella
quiere que le de consejos y le corrija ya que yo quede segunda el año pasado, por
favor quedamos pasado mañana
-No sé, creo que he
quedado para comer- Dijo con ironía mientras salía por la puerta dando un
portazo
Lucia intento
seguirle pero cuando se asomó a la puerta ya no estaba. Intento llamarle varias
veces, pero no le cogió ninguna, tras muchos intentos el móvil no daba señal. Había
apagado el móvil… Lucia no supo cómo tomarse eso…
Cada vez las lágrimas
fueron a más. La canción acabo y las lágrimas con ella. Había llegado a su
destino. Se encontró con su compañero de pupitre cerca de la puerta de entrada,
avanzo con seguridad y se olvidó de la discusión de anoche.
El despertador sonó
a toda potencia, Max dio un salto y se golpeó con la litera. En casos como ese
se arrepentía de tener una litara cuando solo dormía uno en el cuarto. Busco rápidamente
el despertador y lo apago, miro la hora, las ocho y cuarto.
-Mierda- Exclamo
Se levantó sin
dudarlo y se vistió a toda velocidad, cogió el móvil, el iPod y la cartera, se
puso el chaquetón y se fue en la moto sin despedirse si quiera. Llego al
instituto diez minutos tardes, pero por suerte no le regañaron.
Era clase de matemáticas,
odiaba las matemáticas, era la asignatura que se le daba peor. Saco a
escondidas del profesor el móvil y vio que tenía un nuevo mensaje en el chat
Whatss app. Por poco suelta un grito cuando leyó el mensaje:
Alex: Hey, que te
parece la semana que viene para la piarda y así me podre vengar del golpe del
otro día en la heladería. Pd: mira para atrás.
Max se giró y vio
como Alex le guiñaba un ojo desde la última fila. Volvió a girarse y le
contesto por el móvil.
Max: me parece, ya
me dices el día exacto, lo del golpe no te creas que te vas a vengar tan fácilmente,
que te estaré vigilando
Alex: venga va vigílame
todo lo que quieras pero sabes que me vengare. Luego hablamos que el profesor
este esta paranoico y creo que está sospechando.
Las clases acabaron,
Lucia salió y se quedó esperando en la puerta, a los cinco minutos se apareció Diana.
-Hola guapa ¿a donde
quieres ir a comer?- Le pregunto Diana con esa vocecilla que es capaz de sacar
una sonrisa a la persona más triste del mundo.
- Se me ha antojado
chino
-Pues rumbo al chino
Diana agarro de la
mano a Lucia y obligándole le llevo hasta la otra parte de la ciudad
-Diana estoy
cansada, podemos descansar
-No, está aquí mismo
Entraron al chino y
comieron, Diana escucho atentamente lo que había pasado la noche anterior.
-Me siento culpable,
deberías haber quedado con el
-No, estaba deseando
quedar contigo para comer, enséñame eso a que esperas, estoy impaciente por
leerlo.
Cada palabra que leía
Lucia sonreía, al terminar de leer aquel manuscrito, dejo el papel sobre la
mesa se levantó y le dio un abrazo a Diana, esta fantástico, llegaras lejos
cariño. Seguro que ganas.
El resto de la tarde
la pasaron juntos, se fueron pronto a sus casas porque al día siguiente había instituto
y Diana tenía que estudiar para un examen de Historia.
Mientras en la otra
punta de la ciudad, Max había quedado con Caro, los dos estaban en el parque,
realmente parecían una pareja. Hablaban sobre Edu y Alex.
-Edu no viene más
hasta dentro de dos semanas- Dijo con un tono de añoranza- Le hecho mucho de
menos
-Es normal, siempre
pasa lo mismo, estáis juntos, todos los días pegados, besándoos… y a los tres días,
desaparece y no da señales de vida. Normal que estés triste, pero no te
preocupes, estás conmigo, debería bastarte con eso- Dijo Max mientras se reía y
le sacaba una sonrisa a Caro- De verdad no sé lo que haría sin ti.
La abrazo
fuertemente y le dio un beso en la mejilla.
Yo tampoco sé lo que
haría sin ti- fue su respuesta al abrazo
El resto de la tarde
lo pasaron abrazados contándose todas las novedades de sus respectivos novios y
amores secretos.
Mientras Luna estaba
apoyada en su cuarto de baño, había restos de sangre por el suelo, ella estaba
de rodillas, con la cabeza metida en el váter, vomitaba. Sus padres no estaban
por lo que no tuvo que esconderse.
John decidió hacerle
una visita inesperada, pego a la puerta pero al ver que nadie abría, busco la
llave en la maceta donde Luna siempre la dejaba para cuando se dejara las
llaves dentro, sabía que Luna estaba en casa, sabía que estaba sola, el motivo
de la visita era el temor a que se estuviera autolesionando.
Abrió lentamente la
puerta, avanzo por el pasillo y llego al cuarto de baño, le agarro el pelo a
Luna mientras vomitaba. Le ayudo a incorporarse y la tumbo en la cama, le curo
las heridas y la miro con una mirada de desaprobación.
-No, Luna por favor
para ya, Sabes que nos preocupamos por ti, sobre todo Max...
-Lo sé, pero me he peleado
con Marcos y no he podido evitarlo.
-¿Qué ha pasado
ahora?
-Lo de siempre, que
se fija en otras tías que están buenas y me pongo muy celoso
-Eso es lo normal,
todas las personas podemos querer a una persona pero eso no significa que
dejemos de ver a otras como atractivas y sentir cierta atracción hacia esas.
- Te equivocas, tú
no puedes hablar en el tema, nunca has estado enamorado ni con nadie…- Sabia
que se había pasado pero estaba cansada, no quería discutir y quería que se
fuera para recapacitar e intentar arreglarlo con Marcos.
-Como tú veas. Voy a
recoger esto y me marcho.
John recogió todo y
fue a despedirse, vio que Luna se había quedado dormida y se fue sin decir
nada.
En cuanto sonó la
puerta Luna cogió el móvil y le mando un mensaje a Marcos.
“No me llames hasta
el fin de semana, no sé ni siquiera si querré quedar contigo esta semana. Ya
hablamos”
No llego ninguna
respuesta, pero Luna sabia de sobra que lo había leído, se durmió y no se despertó
ni para cenar.
Estaba anocheciendo,
Helen estaba apoyada en la pared del restaurante fumándose el último cigarro
del paquete. Expulsaba el humo lentamente intentando hacer círculos para
entretenerse un poco. De pronto sintió como alguien le daba un beso en la
mejilla. Helen cogió y le giro la cabeza para que se lo diera en la boca. Era
Luis, su novio, esa noche hacían cinco meses juntos. Entraron al restaurante de
la mano cada uno con una bolsa en la mano.
-Estos cinco meses
han sido… alucinantes, quiero que siempre sea así- Le dijo el mientras le
miraba fijamente a los ojos.- Espero que esto no acabe, te he comprado esto
Le ofreció una
pequeña caja que Helen acepto tímidamente. La abrió y se quedó sin palabras,
una cadena de plata, con un pequeño corazón colgando, abrió el corazón y ponía sus
nombres con el primer día en el que se vieron y el día en el que empezaron a
salir.
Helen le dijo que se
acercara y le robo un tímido beso.
-Muchas gracias me
encanta. Esto es para ti, espero que te guste.
Luis abrió el
regalo, un reloj deportivo, por la parte trasera se podía leer una inscripción:
“You and I Forever”. Luis hizo lo mismo que Helen y le robo otro pequeño beso.
Al acabar la cena pagaron la cuenta, antes de irse Luis entro al baño, Helen le
siguió, comprobó que no hubiera nadie y empezó a besar con pasión a Luis. Nadie
entro al baño, a los treinta minutos los
dos salieron de este cogidos de la mano y con una tímida sonrisa.
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